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María Gil 07/04/2015


Hace 3 años adoptamos un cachorro de raza Golden de la O.N.C.E. llamado Herco. Por si no sabéis en qué consiste el proyecto, os contaré que se trata de cuidar al cachorro durante su primer año de vida hasta que un adiestrador le enseña a ser perro guía. Fue una experiencia fantástica. Finalmente nuestro perro era apto para el trabajo y además tenía que sustituir a otro perro que acababan de jubilar. Pues bien, ayer fuimos a verle con su nueva familia y no os podéis ni imaginar cómo después de casi un año y medio el perro nos reconoció a todos y cada uno de la familia (somos cinco), nos hizo todas las alegrías que os podáis imaginar y no paró de lamernos y saltar a  nuestro alrededor. Para él no había pasado el tiempo, era como si hubiera sido ayer. Su nuevo dueño, Mariano, trabajaba en el departamento de comunicación y prensa de la ONCE, pero desde hacía una año las cosas se le habían ido poniendo cada vez más difíciles, si cabe, y nos estuvo contando.

Quiero sobretodo hablaros de las continuas dificultades que Mariano, este nuevo amigo, gracias a nuestro perro Herco y ciego desde los 18 años, tienen que superar. Nos estuvo contando que hace un año más o menos prescindieron de su puesto de trabajo con motivo de los recortes, que además tuvo que operarse de una hernia de disco y que sigue con continuas llamadas de atención cuando entra en sitios como playas, tiendas, etc, por llevar al perro, por parte de  gente que desconoce completamente las leyes que hacen referencia a perros guía y que con toda dignidad se atreven a llamarles la atención. Y no es el hecho en sí, porque generalmente se explica y la gente suele entenderlo, si no por el hecho de tener que estar continuamente dando explicaciones  y la verdad es que puede llegar a ser agotador.

Todos tenemos a nuestro alrededor amigos en paro, con enfermedades, pasando por momentos difíciles y que están continuamente quejándose, enfadados con la humanidad y exigiendo soluciones, pero ¿y si además añadiéramos la condición de invidente? ¿a cuántos puestos de trabajo podrían optar? ¿teniendo además más de 46  años? ¿tenemos realmente todos las mismas oportunidades?. Se me ocurren muchas más preguntas.

Y lo que más me ha llamado la atención, no es lo que cuenta Mariano, sino cómo lo cuenta, con qué ánimo, con qué aceptación, con cuanta templanza, y sobre todo con cuanta voluntad de superación, alegre y riendo en todo momento. Después de perder la vista cuando era tan solo un adolescente, supongo que todo lo que le pasa, es tan solo otro pequeño obstáculo que salvar. Me da vergüenza pensar en toda la gente que está todo el día quejándose por todo, esperando y exigiendo que le den soluciones, y mientras gente como Mariano junto a su ahora perro Herco, van por todo Madrid, en autobús, metro, por sus calles, en la vida sorteando obstáculos

Y esa sensación me hizo recordar una frase que en su día me impactó:

“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: LA VOLUNTAD” (Albert Einstein)”.