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¿Qué nos decimos a nosotros mismos?

Recientemente, he tenido la oportunidad de estar con un coachee en el que hemos podido ver la fuerza que tiene aquello que uno mismo se dice. Finalizando el proceso, y al preguntarle al cierre qué se llevaba de aquella sesión, me contestó “me llevo MÁS PODER. Pero no por sentirme más poderos@, sino porque antes me decía “no puedo, no puedo” y ahora me digo sí puedo”.

¿Cuántas veces nos hemos dicho esto mismo, a nivel individual, o bien dentro de una organización, o incluso es la organización, la empresa la que nos ha dicho “no puedes hacer eso; porque eso NUNCA se ha hecho así”. Analicemos un poco más en detalle ambos niveles.

 

Como individuo, cuando me digo a mí mismo que algo no puedo hacerlo o alcanzarlo, me cierro a la posibilidad siquiera de intentarlo, porque sé que es una meta imposible, inalcanzable, o que aquello que pensaba no es para mí. No solo ocurre esto, sino que en paralelo pueden estarse produciendo procesos a los que puedo ser totalmente inconsciente, como es:

  • el sentirme víctima (por tanto, esto me impide actuar, ya que “estoy a merced de las decisiones y opiniones de terceros”)
  • vivir en el dramatismo (y de este modo, voy a ver la vida desde un prisma que me producirá miedo y acobardamiento, porque “todo lo malo me pasa solo a mí”)
  • mi cuerpo muestra esto que estoy sintiendo, y habitualmente mi postura antes los demás no será plantar cabeza alta y cuerpo erguido

Esta  situación, y estos pensamientos, nos pueden llevar habitualmente a un círculo vicioso. Si continuamente pienso “me voy a chocar con el árbol, me voy a chocar con el árbol”, terminaré chocando, con lo cual esto fortalecerá aquella creencia de la que partía, sin ser consciente de que de alguna forma he participado activamente en que esto ocurriese.

 

¿Y en las organizaciones? En estas épocas de cambio constante, ¿no es ahora más que nunca cuando es más frecuente encontrarse compañeros, superiores o colaboradores, más resistentes al cambio y/o a perder lo conocido, que suelen decir esta frase tan manida que es “aquí eso NUNCA SE HA HECHO ASÍ”, o eso de “aquí SIEMPRE HEMOS HECHO AQUELLO DE TAL MANERA”? Cuando estas frases son las que están más asentadas dentro de la organización, es la organización misma la que impide a la compañía evolucionar y poder adaptarse a las nuevas necesidades que estén surgiendo en ese entorno o mercado. Si la persona que lidera ese equipo no es capaz de decir “SÍ PODEMOS”,  ni el mejor consultor externo ni mil herramientas a implantar podrá convencer de que aquello es posible. Esos NUNCA y SIEMPRE, no ayudan a abrir posibilidades, sino que cierran toda vía a nuevas propuestas o diferentes formas de hacer las cosas.

 

¿Y qué ocurre si en lugar de lo anterior, buscamos, solos o junto con un coach, otros caminos que nos lleven a resultados nuevos y diferentes? Si nos planteamos a qué se deben todas esas negativas, y buscamos su origen, podemos encontrarnos al final del proceso con un SÍ PUEDO muy poderoso:

  • Me sentiré capaz de todo aquello que hasta el momento veía inalcanzable
  • Me erguiré, físicamente, ante lo que está por venir (en lugar de encogerme ante lo desconocido). Así se ve todo mucho más claro que si miro de refilón
  • Como organización me permitiré probar, ensayar, equivocarme, y tomar nuevas vías para crecer, adaptar y desarrollar mi compañía
  • Permitiré a los de mi alrededor mostrarme otras realidades, porque ya no existirá solamente MI VERDAD INAMOVIBLE
  • Se abrían nuevas posibilidades que solo el SÍ PUEDO es capaz de mostrar

Y tú, ¿qué te estás diciendo en estos momentos? ¿Buscamos dónde está TU PODER?

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