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Como el verano pasado con Sara y su enfoque positivo, éste también me ha dejado buenos aprendizajes.
Ya sé que estamos en septiembre y que a todos nos encanta decir “Uff ya ni me acuerdo de las vacaciones y he empezado hoy a trabajar”.
Pues yo todavía quiero seguir hablando del verano, de las vacaciones, de lo nuevo que he conocido… dejadme que me recree otra vez! Cuesta mucho que lleguen las vacaciones, para olvidarlas en las 2 primeras horas de vuelta al trabajo.
Cambia el ” uffff ya no me acuerdo!” por algo sencillo: ¡ voy a hacer memoria!.
Si, es cierto que las pilas a veces duran poco, volvemos espléndidos de las vacaciones y a las 2 horas ya no recordamos lo bien que estábamos hace unos días. El caso es que depende de nosotros el recordarlo, el descargar las pilas o no… fíjate.
El verano, es una temporada más larga que las estrictas vacaciones, y da para mucho.
Estos meses he conocido nuevos sitios y personas interesantes. He vuelto a ver amigos que solo veo en verano, y algunos incluso que hacía años no veía. He degustado nuevos alimentos, he disfrutado de los aperitivos, de las cervezas bien fresquitas, de no muchas siestas y sobre todo, he disfrutado y pasado la mayor parte de mis vacaciones con mi familia. Ah y por fin, me he vuelto a leer un libro completo! Hacía unos cuantos años que no lo conseguía.
Y de todo esto que os cuento y que estoy visualizando cuando lo voy escribiendo, hay un hecho que casi todos los días recuerdo desde que ocurrió.
En agosto fui a un parque de diversión. Hay cosas que no haría por nadie, ni por mí misma, como es ir a un parque de diversión en pleno mes de agosto, pero por y con mis hijos sí. Así es la loca maternidad. Es verdad que me gustan y me lo paso bien, pero seguro que ganaría la experiencia si fuera en otro mes del año.
Imaginaros el calorón, botella de agua en mano, afortunadamente no había excesivas colas, aunque en las más solicitadas si pasamos unos cuantos minutos. Lo peor era cuando la espera era al sol.
En estos parques tienes la opción de pagar más y no hacer colas. Como una puerta VIP, llegas y a la siguiente, tu turno.
El caso es que por esta puerta también tienen acceso las personas con alguna discapacidad. Y es aquí donde comienza lo bueno de este post.
En una de las atracciones más solicitadas que os cuento, hicimos varios minutos de cola, llevaderos si no fuera porque daba el sol y era como estar «a la parrilla».
Cuando estábamos esperando, subió un niño en el que no me había fijado. La chica que llevaba esa atracción se acercó a su padre para darle los zapato, por si se le caían al niño durante la atracción. Discretamente le informó, que su hijo podía acceder por esta puerta VIP que os comento. El padre también discretamente le contestó que gracias, qué lo sabía, pero quería que su hijo aprendiera a esperar como los demás. Yo miré al niño y me di cuenta que era especial.
Podría enumerar las razones por las que me pareció maravilloso.
Nos preocupa mucho que los niños puedan desarrollar sus habilidades, sus inteligencias múltiples, su autoestima, tan importante para que las decisiones que tomen en su vida, sean lo más acertadas posible, o como mínimo, para que tomen sus propias decisiones y sepan decir si o no.
Esta capacidad, para mí, depende en gran medida, de las responsabilidades que vayan asumiendo progresivamente. Esa responsabilidad, se la vamos dando los padres/adultos en relación a su edad, sus capacidades, y en base a nuestra confianza en ellos y también a nuestras capacidades.
En Coaching trabajamos la responsabilidad que tiene que tener el Coachee, para hacerse cargo de sus situaciones, de lo que le pasa en la vida.
En el caso del Coaching donde nuestro Coachee es un niño o un adolescente, se trabaja la aceptación de aquello que el Coachee no puede cambiar, e interviene allí donde el Coachee si puede hacerse cargo. Le acompañamos a que sea autónomo, responsable en su campo de acción.
A veces al Coachee le resulta muy complicado hacerse cargo de su situación, no está acostumbrado porque siempre se han hecho cargo por él. No sabe lo que es un reto, solo sabe de problemas. (El reto= problema + decisión de hacernos cargo de él).
Cuando nos hacemos cargo de lo que nos sucede, cuando decidimos que el problema tiene que ver con nosotros, lo hacemos nuestro y ponemos acción para solucionarlo. Qué diferente es nuestra capacidad de reacción cuando a un mismo hecho, lo vemos como problema o como reto.
En este caso, ¿qué está haciendo el padre con su hijo? ¿Qué consigue evitándole pasar por la puerta rápida?…. no lo sé, porque eso solo lo sabe ese padre y ese hijo.
Desde mi punto de vista, le está enseñando a ser igual que el resto. Una espera al sol, será de las cosas más leves que este niño (y cualquier otro) tendrá que superar a lo largo de su vida.
Bien, enhorabuena por prepararle el terreno para los retos que le esperan. Parece un hecho insignificante, pero yo creo que está cargado de aprendizaje y de amor.