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No sé si compartiréis conmigo el amor al deporte, pero no puedo dejar de mencionar en estos días los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro y no por el acto en sí, sino por la cantidad de historias personales que cada uno de los cientos de deportistas llevan a sus espaldas. Todas, seguro, cargadas de mucho sacrificio, enorme esfuerzo, trabajo, persistencia y afán de superación. Y sin embargo, la gran mayoría, sin tener asegurado el éxito.
Cuatro años de entrenamiento físico y mental, con una única visión, medalla olímpica. Que se la juegan en unos pocos días y vuelta a casa. El cuerpo está en sus mejores condiciones pero ¿y su mente? ¿estará a la altura en el momento del pistoletazo?. En ese momento todo depende de ella. Los psicólogos y coaches deportivos trabajan con ellos esa parte del cuerpo que es en esos momentos la más importante. Hemos podido ver cómo se le da la vuelta a un partido de tenis, cómo desde una quinta posición, se puede «esprintar» y llegar en segundo o tercer puesto, etc etc. Ahí está la mente, en su mejor momento, retándonos, exigiéndonos. Para ello se ha entrenado.
Yo me imagino que en ese momento la mente les está diciendo: “¿tanto esfuerzo para un quinto puesto?, ¿te vas a quedar mirando cómo otro se lleva la medalla?¡¡¡corre, vuela y supérate!!! ¡¡¡Tú puedes más!!!.
A mí me inculcaron el deporte desde muy pequeña, en mi colegio en un pueblo de la Mancha, en el que nuestro profesor de gimnasia, un gran apasionado, nos exigía y nos hacía esforzarnos mucho, y a costa de su tiempo (seguro que no cobraba más por ello). Hacíamos horas extra de entrenamiento para luego llevarnos los fines de semana a campeonatos provinciales e interprovinciales. Gran época aquella. Y cómo nada olvidamos, desde hace 4 años he vuelto a correr y a hacer salto de altura. Hace tan solo 6 meses, mi mente me decía que no podría pasar de los 6 kilómetros pero me di cuenta, que todas las limitaciones están en la mente, así que me dije: “¿cómo que no puedes? Aunque sea andando, tú hoy vas a hacer 10 km”. Y los hice. Tardé 1 hora y 3 minutos, pero lo hice. Desde entonces, ya no me permito hacer menos y los tiempos van variando, pero eso es lo de menos. Con lo que me quedo es que mi mente dominó a mi cuerpo, y me siento muy orgullosa. Ahora trato de comparar ese reto deportivo con retos profesionales y me digo “¿cómo que no puedes? Claro que sí. Si otros pueden, tú también”.
Muchos ya sabréis que el coaching surgió en el deporte. Se trataba de incomodar a la persona y retarle para que se superara e intentara cosas que no se creía capaz. Después se llevó a la empresa y la gran mayoría de personas que lo ha experimentado han quedado encantados. Han ampliado su ángulo de visión y de acción sobre sus posibilidades, han destruido creencias irracionales limitantes y ello les ha permitido probar cosas nuevas, algunas con éxito y otras no tanto pero todas con un gran aprendizaje detrás. Puedes ser el mejor de los técnicos en tu trabajo que si no sabes pensar y dirigir tu mente, no llegarás muy lejos en tu carrera profesional. Entonces, ¿por qué estudiamos tanto, nos preparamos tanto, hacemos mil masters, trabajamos y trabajamos para tener más experiencia y por el contrario, no preparamos nuestra mente?. Ella será en definitiva, la que a la hora del pistoletazo, decidirá si tenemos o no éxito.
Nuestras habilidades e inteligencias inter e intrapersonal y lingüística, serán las que decidan nuestro futuro, mucho más allá de nuestras titulaciones y masters.